Mimbre marrón

Unos días de poco sueño logran cosas increíbles.
Me levanté a las 4 de la mañana, me senté en una silla de mimbre, y mis intestinos me pidieron desesperadamente que haga fuerza para explusar un gas. Atenta a mi cuerpo les hice caso, pero en vez de gas, salió un chorro de cacona. Y atravesó el delicado mimbre de mi silla. Por suerte ya me olvidé cuál era.

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